A Carlos Ángel López

05/10/2018 | Pagina Siete

Álvaro Loayza Dirigente del Club Bolívar

Cada faceta importante de la existencia viene acompañada de un recuerdo, de una primera memoria, de un hito que marca el discurrir de dichas actividades de ahí en más, siempre como una especie de flecha señaladora de cosas por venir. En el caso del fútbol, ese hito evocado, es el partido de semifinal del torneo del año 1985, con Bolívar en una tarde lluviosa enfrentando a Petrolero, al que derrotó 4-0, en lo que fue el primer partido que me tocó asistir en un plagado estadio Hernando Siles.
Sánchez, de Destroyers, y López, de Bolívar, en 1988.

Bolívar para clasificar a la final debía no sólo ganar, sino golear por un mínimo de tres goles al equipo cochabambino, y con el goleador Fernando Salinas lesionado, no se atisbaba una tarea sencilla. Pero fue con la mágica zurda de Carlos Ángel López que la Academia fue abriendo uno a uno los cerrojos de la puerta de los refineros, hasta conseguir los cuatro goles de diferencia; dos goles de López y dos de Baldessari, propiciaron la gesta, y mis tiernos ojos quedaron embelesados para siempre con una de las actuaciones más memorables que me tocó presenciar de un 10 vistiendo la celeste. Se alcanzaba la ansiada final contra el poderoso Real Santa Cruz de Erwin Romero.

Chichi Romero había dejado Bolívar un año atrás, después de la dolorosa final perdida ante Blooming con un golazo de Milton Melgar, desde 1981 había sido el líder futbolístico indiscutible de Bolívar, con quien ganó dos títulos y un subcampeonato.

El Zurdo López había tenido la durísima carga de tener que reemplazar a Romero, uno de los tres mejores jugadores de la historia del balompié boliviano, pero gambeta a gambeta, pase a pase, lanzando faltas, haciendo tacos, cediendo sutiles asistencias a sus compañeros y marcando goles importantes, tardó poco en hacerse un lugar en las retinas y en los corazones de los bolivaristas.
López junto a su esposa y sus hijos Rodrigo y Sabrina.

El destino quería que López enfrente a Romero en una final de campanillas. Bolívar en otra tarde de intensa lluvia derrotó en La Paz a Real Santa Cruz por 6-1 tras otra sinfonía futbolística con un Roberto Pérez dinamitando la valla realista y Baldessari definiendo todos los balones que se le entregaban servidos al pie. La sinfonía tuvo un director claro y magistral, la batuta no era de otro que de Carlos López. Real Santa Cruz contraatacó y ganó 3-1 la vuelta con un gol de Romero en su haber.

La finalísima se disputó en Cochabamba, los arcos quedaron imbatidos por todo el tiempo oficial, quedaba definir a penal a penales. Chichi convirtió el primero de los albos, el Zurdo embocó el primero de los celestes, y así fueron hasta el 12º lanzamiento penal que el Perro Vargas trocó en un gol que valió el 10º título profesional bolivarista.

Ese duelo de titanes quedó en los anales de la historia como un enfrentamiento que disputaron dos de los mayores talentos en pisar una cancha de fútbol en Bolivia. Carlos Ángel López se erigió como el triunfador y ocupó para los fanáticos bolivaristas el caro sitial que Erwin Romero había ostentado antaño.

Siete años fue el Zurdo López quien acompasó los ritmos del fútbol académico. Su carrera vino con cinco títulos nacionales, cinco Copas Libertadores, entre ellas la mítica semifinal ante América de Cali y Olimpia, y centenares de pases gol, lujos, goles y detalles dignos de un fantasista. Junto a Nano Salinas y Coqui Hirano crearon una sociedad inigualable, gestando el mejor tridente ofensivo y con seguridad uno de los equipos más memorables de la magnífica epopeya bolivarista.
Mercado charla con López, Wálter Mercado y Ferrufino.

Qué felicidad haber podido estrenar mi bolivarismo en ese día donde se empezaba a gestar días maravillosos para el Club Bolívar bajo la égida de Carlos Ángel López. Qué tristeza que el domingo se nos haya ido un jugador tan magistral y una persona tan buena, humilde, graciosa y cordial. Su impronta en la cancha, su sonrisa, los pases de su zurda serán compañeros eternos de viaje de nuestra memoria bolivarista. Gracias por todo, descansa en paz, Carlos.

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