Al maestro con cariño

20/01/2020 | Pagina Siete

Guido Loayza Mariaca / Presidente Club Bolívar

Cada nuevo año al promediar enero los bolivaristas persistentes recordamos momentos íntimos de la partida del gran presidente del Club, Don Mario Mercado Vaca Guzmán y cada año que pasa tenemos la percepción de que la sociedad en su conjunto lo extraña más porque es creciente la dificultad de encontrar hombres con sus virtudes.

Este año es particularmente especial porque se recuerdan 25 años de ese aciago sábado del accidente en Oruro. Era una mañana soleada con un limpio azul cielo matizado de algunas nubes blancas y las siempre prístinas nieves de la cordillera. Como los colores de su Club. No se había operado aún ese gran salto cuántico en las telecomunicaciones del país y las noticias se propagaban con cierta lentitud y muchas veces carentes de exactitud. Así, con gran estupor empezó a correr la noticia de un accidente aéreo en Oruro, donde aparentemente estaba don Mario Mercado acompañado de varios dirigentes cuyos nombres variaban de un informante a otro. Finalmente, al promediar el día se confirmó que José Sánchez, de San José; Rodolfo Flores Morelli, de The Strongest; y el piloto Sanzetenea habían sobrevivido al accidente mientras Mario junto a Jerry Jordán quedaron atrapados en el fuego del avión.

Mario Mercado y otros visionarios dirigentes habían creado la Liga del Fútbol Profesional Boliviano y se habían adelantado a los países del primer mundo que hoy aplican esa receta con extraordinario éxito, consiguiendo el nivel más alto de eficiencia deportiva y económica, mientras Bolivia lo desterró. Mario viajaba a Sucre para presentar un nuevo proyecto para fortalecer la estructura de nuestro fútbol que le permita crecer sin solución de continuidad.

Lo que nos ha dejado Mercado, es para mucha gente el Gran Centro, Tembladerani, Santa Rosa, Cotahuma, en definitiva cosas estáticas que, para ellos, deben quedarse como testimonio mudo de un pasado que permanece sin demora. Yo, que he vivido el Bolívar día a día con Mario, rescato otro legado, la idea de que un club no es una cosa hecha sino un ser vivo que se está haciendo y creciendo de acuerdo con la realidad de cada época, no de a ratos sino fruto de un esfuerzo cotidiano y sostenido. Mario traía cada día una nueva idea, un nuevo proyecto, un nuevo sueño.

Hoy, cerrar la Indaburo, mañana abrir el Gran Centro. Hoy, hacer nuestro estadio en Tembladerani, mañana construir 144 tiendas en la curva norte. Hoy, iniciar un proyecto en Achocalla, mañana cerrar uno en Irpavi. Hoy, traer a Chichi Romero, mañana a Etcheverry, hoy al técnico griego Giorgadis, luego al alemán Virba, al ruso Schevchenko, al checoslovaco Skripko, al bicampeón mundial Dajalma Santos para buscar mañana al más grande de todos: Diego Maradona, para que juegue en el Bolívar. Muchos de estos proyectos se hicieron realidad, otros no; muchos fueron exitosos, otros fracasaron, pero lo que nunca se agotó fue el fuego de crear y de transformar hasta el último día de su vida.

Mario Mercado podía estar desde el año 1968 hasta el 1976 sin ganar un campeonato sin desesperarse, ni perder el entusiasmo, ni la energía para seguir trabajando por el desarrollo y el engrandecimiento de su club, con la seguridad de que los resultados vendrían, como vinieron, por gravitación propia para hacer de Bolívar el más laureado del fútbol boliviano.

Yo soy un gran agradecido a Don Mario Mercado Vaca Guzmán porque él me invitó a Bolívar y trabajamos juntos a lo largo de una década inolvidable. Allí me permitió volcar sin ambages toda la experiencia que había aprendido de los secretos del fútbol desde niño y sobre todo en mis 10 años en Argentina. Aprendí muchísimo de su gran capacidad gerencial, de su liderazgo para armar grandes equipos de trabajo y de su humildad intelectual tanto en su empresa minera como en el club.

Ha sido un gran maestro que dejó una escuela. Espero que nosotros, que dejamos hoy el Bolívar, hubiésemos podido transmitir su impronta a una nueva generación para que el ser dirigente de Bolívar sea una marca registrada. Ese sería el mejor homenaje a Mario.

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