Adiós al Profe Aramayo, el Garrincha boliviano que formó estrellas

El tarijeño murió ayer a los 85 años. “Él aportó mucho en la formación de jugadores y con una visión especial”, opinó el argentino Jorge Habegger.

03/09/2020 | Pagina Siete

El tarijeño murió ayer a los 85 años. “Él aportó mucho en la formación de jugadores y con una visión especial”, opinó el argentino Jorge Habegger.

Página Siete / La Paz

Era un puntero derecho que jugaba pegado a la línea. De gambeta endiablada. Un Garincha boliviano. Así era descrito Abdul Aramayo, quien falleció ayer los 85 años. Fue bolivarista “hasta la muerte”, un campeón sudamericano y un gran formador de jugadores.

“Se descompensó”, contó Estefany, nieta de Aramayo. Su abuelo murió en sus brazos. “No pude encontrar una clínica que me ayude”, se lamentó con un llanto que se imponía.

Aramayo nació en Tarija, pero su corazón se quedó en La Paz, donde comenzó su carrera en el plantel de Ferroviario y a partir de 1965 se sumó a Bolívar. También jugó en Chaco Petrolero y Always Ready, además de Stormers Petrolero de Sucre.
Aramayo fue parte de la operación retorno de Bolívar.
Foto: Archivo Marco Mejía

“Estoy muy triste por la noticia. Abdul formó parte de la historia del fútbol boliviano. Él aportó mucho en la formación de jugadores y con una visión especial. Me ayudó bastante cuando llegué a Bolivia (1986), en realidad con sus conocimientos abrevió los tiempos para insertarme en el fútbol boliviano. Creo que hay que hacerle un gran reconocimiento por lo mucho que dio al fútbol”, opinó Jorge Habegger, extécnico de la Academia.

Fue campeón del Sudamericano de 1963. Deslumbró con su desempeño en el Campeonato Sudamericano de 1959.
Aramayo con la casaca de la Selección, en los años 60.

Foto: Archivo Marco Mejia

“Aramayo jugó un gran partido y le hizo un golazo a Brasil. Fue la figura del partido y diarios bonaerenses titularon: Fuimos a ver a Garrincha y vimos a Aramayo”, escribió el periodista cruceño Jaime Galarza.

El tarijeño también fue parte de la operación retorno de Bolívar. Como director técnico también sumó dos título, en 1983 y 2005. Enseñó a decenas de futbolistas. “Formó estrellas para Bolivia”, dijo Daner Pachi, exbolivarista.

Minuto 90
Un chapaco fuera de serie, así fue don Abdul Aramayo. Tuve la oportunidad de conocerlo más de cerca cuando fui jefe de prensa del club Bolívar. En 2001 me tocó acompañar a la delegación de Iberoamericana, que jugaba el partido del descenso indirecto frente a 1 de Mayo en Trinidad.

“La Iberito”, como mencionaba don Abdul, había ganado en la ida por 5-0 y perdiendo por seis goles en la revancha descendía de categoría. El profesor Aramayo no se confiaba con la ventaja de goles, “viejo lobo de mar” sabía que la alta temperatura trinitaria podía pasar factura a sus jugadores.

Su columna vertebral de aquel equipo era Lito Reyes, William Viscarra, Marcos Paz y Erwin Romero. Antes del viaje Aramayo decidió que ataje en el partido el portero europeo Amir Ajanovic, que medía más de dos metros. “Nos van a tirar centro tras centro. Tu eres alto no te tienen que ganar y cuando caigas de rato en rato te haces el lesionado para que podamos refrescar al equipo”, le dijo en el aeropuerto del TAM al guardameta.

Tal como lo había anticipado Aramayo los benianos se cansaron de tirar centros y Ajanovic fue el dueño de todas esas pelotas aéreas. Iberoamericana se quedó en la Liga y al volver al hotel los jugadores los llevaron en andas y bailaron cumbia junto a su querido profesor con algunos tragos encima, al final el equipo había salvado la categoría.

En 2005, Vladimir Soria había dejado la dirección técnica de Bolívar y el ex presidente de los celestes, Mauro Cuéllar, le dio la responsabilidad de dirigir al equipo. “Tienes todos los jugadores, quiero que salgas campeón”, le dijo Cuéllar en el Gran Centro Mario Mercado.

“Doctor, ya verá cómo juega el Bolívar, además yo ya fui campeón en 1983 cuando se fue Blacut. Usted déjeme armar el equipo”, le respondió el DT con su tono picaresco.

Don Abdul tuvo la habilidad de recurrir a los más experimentados. Antes de cada partido se reunía con Óscar Sánchez, Marco Sandy y Pedro Guiberguis para armar la alineación y dos meses después la Academia salió campeón.

Guiberguis decía por esos años, “don Abdul es como un padre, nos pide ganar un partido más y ya van muchos y estamos a punto de ser campeones”.

“Misión cumplida doctor, ahora quisiera ir a Tarija ayúdeme con un pasaje ida y vuelta, pero no me mande como a la Ibero en flota”, le dijo a Cuéllar, quien no tuvo otra que ordenar su premio al tarijeño que de retorno trajo su vino y sus empanadas de lacayote para el ex titular celeste. Fue un genio y figura, con gran cariño a su Bolívar y a su querida Iberito.

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