El seleccionador holandés, adorado por sus jugadores en Qatar, dice que se volvió defensivo mientras dirigía al Barça en 1998
08/12/2022 | elpais.com
“Van Gaal era un hombre de ideas fijas”, dice Sonny Anderson. “A él le gustaba jugar de una manera y no quería ni oír hablar de otras posibilidades. ¡Ahora ha cambiado! Pero no estoy seguro de si me gusta. ¡Esta Holanda juega feo!”....
Anderson no lo sabe, pero el 19 de enero de 1998, siendo jugador del Barça, fue uno de los causantes de que Holanda juegue así. Aquella noche en el Camp Nou se inició la metamorfosis más espectacular que ha experimentado un entrenador en las últimas décadas. Lo contó el propio Louis van Gaal cuando la semana pasada le recordaron el espíritu audaz que le impulsó a elevar el 4-3-3 a la categoría de deporte de riesgo, hace 30 años. “Yo no vivo en el pasado”, respondió; “vivo en el presente y en el futuro. Mi ADN era el Ajax. Usar dos extremos, atacar, atacar y atacar. Nada más. Hasta que un día, cuando entrenaba al Barça, perdimos contra el Valencia 3-4 después de ir ganando 3-0. Reflexioné y vi que necesariamente tenía que estar cometiendo un error. Si no miras las cualidades de los oponentes y los contrastas con tus jugadores, no te das cuenta de que para ganar debes ser menos ofensivo. El sistema del Ajax es más atractivo pero si diriges a una selección, aferrarte al 4-3-3 es todavía menos realista porque no puedes fichar especialistas si no los tienes”.
Cuando después de ganarle a Estados Unidos en octavos de final entró bailando el Waka-Waka con sus jugadores al hotel Regis, en la concentración de Doha, el hombre cerró el círculo de su paradoja. A los 71 años, enfermo de cáncer y transformado en un conservador declarado, Van Gaal se relaciona con el mundo con más compasión y amor que cuando abanderaba la escuela de los intrépidos y sus futbolistas sufrían su arrogancia.
“Míster, ¿no corremos demasiados riesgos?”, le preguntó un día Mauricio Pellegrino, central del Barça, ante la evidencia de que su zaga se quedaría emparejada a campo abierto con los atacantes rivales. “¡No!”, le replicó el técnico. “¡Ellos son muy malos!”.
Este martes Van Gaal reunió a la prensa holandesa en el Regis para intentar convencer a los corresponsales —y a su hinchada, muy crítica— de la sensatez de su mutación. “Yo fui el primero que se dio cuenta de la dirección que tomaba el fútbol”, les explicó, para refutar el 4-3-3 y declarar el nuevo orden, menos rígido pero más cauteloso, sea del 5-3-2 o del 4-4-2. “¿No se dan cuenta de que Argentina, Francia y Brasil, aunque tengan otros esquemas tácticos, hacen lo mismo que yo? Llevo un año diciendo que podemos ser campeones. Pero para poder conseguirlo debemos jugar así”.
Van Gaal esgrime su historial: ha disputado 11 partidos en Copa del Mundo y jamás ha sido derrotado. Su Holanda lleva 19 partidos invicta. Juega con tres centrales, dos carrileros, dos pivotes y tres atacantes capaces de meterse en el mediocampo a combinar a un toque. Luis Milla, el mediocentro del Valencia que remontó el 0-3, el día de la epifanía táctica, hace una advertencia: “El dibujo del Valencia de Ranieri en 1998 era el mismo que el de esta Holanda: 5-3-2. Pero la mentalidad y la idea no. Cuando juegas con tres centrales como Van Dijk, Aké o De Ligt, y dos o tres tienen buen pie, si hay buena circulación llegará un momento en que uno de ellos podrá conducir para fijar una marca y hacer que el rival se cierre. Entonces puedes encontrar pases por fuera con los laterales, como hicieron con Blind y Dumfries contra Estados Unidos”.
“El día del 3-4 el Barça nos dio un baño”, recuerda Milla. “Y en la segunda mitad nosotros ganamos a lo Ranieri. Marcamos todos los goles a la contra. Van Gaal hace otra cosa. Holanda juega con una línea de tres centrales para combinar, atraer al rival con muchos jugadores por dentro y llevar el balón de un lado al otro, y además tiene la posibilidad de robar y correr. Tienen varios registros”.
Arsène Wenger frunce el ceño. “No clasificaría a Van Gaal como a un conservador”, dice el exentrenador del Arsenal, ahora responsable del comité técnico de la FIFA. “Solo es un poquito más cauteloso. El fútbol holandés siempre se ha caracterizado por su carácter ofensivo. Las posesiones de Holanda en este Mundial han disminuido un poco. No sé a qué atribuirlo exactamente, pero han sido muy eficientes. Le ha funcionado. Yo no me atrevería a juzgar el potencial de este equipo por lo que hemos visto hasta ahora. Creo que crecerán”.
Contra EE UU los holandeses apenas dispusieron del 41% del balón. Pero esto no es exactamente lo que persiguió Van Gaal. “Si no somos capaces de mejorar con el balón”, dijo, “los equipos como Argentina o Francia nos superarán”.
Los futbolistas le siguen. Más que nunca. Virgil van Dijk y Frenkie de Jong están fascinados del aura —y la vis cómica— de un hombre que podría ser su abuelo. Él les corresponde con algo que se parece mucho al afecto. “Disfruto conviviendo con estos jugadores”, dice. “Son el grupo más entusiasta que he tenido, el más disciplinado, y el que mejor responde a las indicaciones”. Van Dijk no pudo contener la sonrisa cuando le preguntaron por el beso que dio a Gakpo el entrenador con voz de ogro que una vez representó el fútbol más atrevido y que ahora se ha vuelto agradablemente defensivo y tierno: “¡Lo que ves es lo que hay!”.
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