Memorias del Tembladerani, el estadio del Bolívar

En enero de 1976 los bolivaristas se convirtieron en el primer equipo de Bolivia con su propio estadio

13/05/2022 | PAGINA SIETE

En enero de 1976 los bolivaristas se convirtieron en el primer equipo de Bolivia con su propio estadio. Ese mismo año el campo deportivo fue escenario de una Eliminatoria mundialista. Su presencia fue fundamental para el crecimiento de la zona de Tembladerani, pero ya no es ni la sombra de lo que fue.

Ivone Juárez  /   La Paz
 
A veces, cuando Lothar  Kerscher sale de su oficina  de la administración del estadio de Tembladerani y tiene frente a él todo el campo deportivo, le parece ver las tribunas  rebalsando y retumbando por la   barra  de los hinchas bolivaristas, celebrando algún gol o un gran jugada de su equipo. La sensación dura segundos, pero es suficiente para refrescar sus recuerdos de esos años gloriosos del estadio Bolívar,  en medio de ese barrio (Tembladerani) que comenzaba a surgir debajo de la avenida Buenos Aires, sobreponiéndose  a las mazamorras y derrumbes en época de lluvia.
 
  Lo mismo le pasa a Fermín Mayta, que también trabaja en el estadio. A veces, cuando sale de su oficina para  tomar aire, o al final de su jornada de trabajo,  ve las graderías  vestidas de  blanco y celeste, y escucha a la "furiosa” barra. Pero Fermín rememora algo más: el cerro San Juan colmado de  gente que se "amontonaba” para ver los partidos y celebrar a voz en cuello los goles. "Yo mismo vi desde ese cerro la Eliminatoria  entre Venezuela y Uruguay, en 1976. Fue emocionante ver en un  barrio tan alejado un partido internacional”, dice.
 
 Corría la década de los 70 del siglo pasado cuando el Club Bolívar decidió construir su propio estadio en un terreno otorgado por el Estado en la zona de Tembladerani, según la revista Memorias del Club Bolívar, publicada en 1988  . El proyecto había surgido en 1968, aproximadamente, pero fue a inicios de los años 70 que los bolivaristas, encabezados por Mario Mercado,  Alfredo Rojas, Guillermo Monje, Ramón Escóbar, Jaime Aponte y otros dirigentes,  iniciaron las obras.
 
Entonces el terreno era un  canchón de tierra, que en tiempo de lluvia se convertía en una pequeña laguna y en época seca era escenario de apasionados campeonatos de fútbol de heladeros,  choferes y de otros gremios. "Eso fue hasta que se construyó la cancha Siñani, donde ahora está el Barrio Lourdes”, afirma Fermín, que llegó a trabajar al Tembladerani  en 1977, un año  después de que el campo deportivo se inaugurara. Comenzó de ayudante y utilero y  llegó a atender la boletería del estadio.
 
"No teníamos ni  muros, lo que invitaba a algunas personas a querer adueñarse de nuestros predios”, añade Lothar  Kerscher, mientras mira hacia la cancha, cubierta con un césped impecable, y las graderías de cemento del sector norte, lo poco que queda del Tembladerani. "El césped lo trajimos de Inglaterra  cuando inauguramos el estadio”, remarca.
 
"Esas graderías de cemento fue lo primero que se construyó,  bajo la dirección de los ingenieros Azcui y Petricevic. Ahí, al lado, estaba el primer vestidor de los jugadores”, continúa,  señalando las escalinatas. "Allá, alrededor del busto del Libertador  Bolívar, se sentaban los directivos para ver los partidos”, añade Kerschers, que está a punto de cumplir 50 años en la dirigencia del Bolívar.
 
 Construyendo la casa
 
  "En 1972 el club realizó un gran esfuerzo económico que posibilitó la construcción del ansiado cerco o muro que permitió consolidar  los terrenos”, se lee en Memorias del Club Bolívar.
 
 En 1973 se terminó el muro. Lothar recuerda que a modo de celebración se hizo una parrillada y una ch’alla en el campo recién cercado. Dos años después, en 1974,  se comenzó la construcción de las graderías metálicas del este, sur y oeste, traídas de Argentina.
 
"Fue una mezcla de sacrificio, satisfacción y orgullo  porque estábamos construyendo nuestra casa”, expresa Kerschers. Recuerda con emoción la colaboración de  algunos  hinchas. "Un día apareció uno con una bolsa de cemento”, cuenta. Se trataba de Hugo Zalles que -según documentos del Bolívar-   hizo la donación expresando: "Quiero que mi institución sea siempre el orgullo de mis compatriotas”.
 
Es que el club organizó una campaña  a la que respondió incluso un grupo del Servicio Nacional de Tránsito donando 17 bolsas del material de construcción.
 
Exigencias internacionales
 
En 1974 y 1975, cuando  las obras estaban en plena ejecución,  al mismo tiempo, en La Paz, se iniciaba la remodelación del estadio Hernando Siles para los Juegos Bolivarianos de 1978. Para no dejar a la ciudad sin escenario deportivo,  el comité organizador de las olimpiadas alentó al directorio de Bolívar a construir un estadio que cumpliera requisitos internacionales.
 
Los bolivaristas aceptaron el reto y  en enero  de 1976 inauguraron su propio estadio,  y ese mismo año fue el  escenario del partido entre  Venezuela y Uruguay, en el marco de  las  Eliminatorias del campeonato mundial de fútbol. "Fue un espectáculo increíble en un barrio tan pobre y alejado”, dice Fermín Mayta.
 
 Otro evento espectacular  fue la inauguración del Tembladerani. "Era un gran acontecimiento, así que había que celebrarlo con un clásico, con nuestro rival de siempre, The Strongest, ¿pero adivine quién ganó? ¡The Strongest!”, cuenta Lothar riendo.  "Pensábamos ganar, teníamos planificada una gran celebración, pero igual no perdimos la alegría de que teníamos nuestra propia casa”, añade.
 
Óscar Conde también recuerda esa inauguración. Vivía y aún vive frente al estadio. "Nos ganaron”, dice entre risas, revelando con orgullo su "esencia bolivarista”. Nació en Tembladerani
 
"Veía los partidos desde mi terraza”, cuenta el chofer que está fuera del estadio, dentro de su micro. Su colega, Richard Ticona, que también nació en la zona,  recuerda que cuando era niño subía al cerro San Juan para ver los partidos. "La gente se llenaba, agarrando sus radios”, recuerda. Entró al estadio por primera vez cuando tenía 20 años. "Fue emocionantes porque sólo miraba desde afuera”, expresa.
 
A unos pasos de los choferes está Cecilia, la juguera oficial del estadio de Bolívar. Dice que es bolivarista desde "jovencita”. Todavía recuerda esos días de fútbol en la época de oro del Tembladerani. "Las boleterías reventaban y yo vendía harto, acababa hasta 1.000 mandarinas. Esto era tan lindo, tan celestito y ahora todo se ve tan viejo”, dice.
 
92 años del club Bolívar
 
En 1925, cuando Bolivia celebraba el primer centenario de su creación, el coronel Germán Garnica Tova fundó el Club Atlético Bolívar con un grupo de amigos de barrios de la zona norte de la ciudad de La Paz.
 
En la revista  Memorias del Club Bolívar, publicada en 1988, están los recuerdos de ese entonces del coronel Garnica: "Nos reuníamos los amigos del barrio a desplegar una dinámica actividad deportiva (...) Las reuniones preparatorias para la conformación del club  las realizamos en la casa de  Carlos Terán, allí en la Junín”.
 
Para elegir su nombre,  el nuevo  club votó por llevar el de los libertadores Simón Bolívar y Antonio José,  o del  intelectual boliviano Franz Tamayo. Ganó el nombre de Bolívar. ¿El color del uniforme del equipo? Optaron por los  colores del cielo paceño: celeste y blanco. 

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